Un "tour" por los Pirineos

Cada año el Tour se desliza como una serpiente multicolor por las carreteras pirenaicas de los departamentos de Haute Garonne y Hautes Pyrénnées. Los esforzados ciclistas apenas tienen tiempo de saborear el paisaje y los puertos de Peyresourde, Aspin y el mítico Tourmalet se convierten en los objetivos a batir. 

Los automovilistas tenemos la posibilidad de parar en los miradores que salpican el recorrido de tour de Francia, compartiendo ruta eso sí, con todos aquellos que quieren emular a los héroes de dos ruedas. Desde estos puntos, entre los 1.500 y los 2.000 metros de altura, nos hacemos una idea del considerable esfuerzo que se debe realizar para conseguir el preciado maillot amarillo. Nuestro camino, más relajado, no sólo pretende disfrutar de esta naturaleza salvaje, sino descubrir el patrimonio cultural de los pueblos que se encuentran a lo largo del recorrido y su gastronomía, un placer para cuerpo y mente.

Un bello recorrido de 44 km por la D117 nos acerca hasta Saint Girons, un pueblecito tranquilo capital del valle de Couserans. Saint Lizier, núcleo situado en un altozano a sólo un par de kilómetros de Saint Girons, es de visita obligada. Lugar de paso de una variante del Camino de Santiago donde los peregrinos acudían para venerar los restos de san Lizier. Actualmente el templo dedicado a su nombre es una importante muestra de arte románico y gótico. Sobre el coro pinturas murales del siglo XI y en el claustro bellos capiteles historiados. Una visita guiada nos permitirá visitar una farmacia del siglo XVIII, mientras que las empinadas callejuelas nos llevarán hasta el Palacio de los Obispos que acogerá un museo etnográfico. Una parte de él está convertido en residencia de turismo, mientras que en una de sus salas, el restaurante Le Carré de l'Ange de la mano de Paul Fontvieille, se encarga de los placeres de la buena mesa. Una cocina creativa basada en las recetas tradicionales aporta placer al gusto y a los sentidos.

Ciudad romana y villa medieval

La D117 y la D26 nos acercarán en unos 60 km hasta Saint Bertrand de Comminges. Esta ciudadela medieval elevada sobre el paso del río Garona se la puede considerar la perla cultural de los Pirineos centrales. Galos y romanos formaron la primera ciudad en los inicios de nuestra era que llegaría a alcanzar entre los cinco y los diez mil habitantes, veinte veces más de los que hay en la actualidad. Una muralla que data de la época medieval rodea la ciudad alta y en su interior se esconde uno de los monumentos más impresionantes. Se trata de la catedral de Santa María cuyos primeros vestigios hay que situarlos a finales del siglo XI principios del XII. El claustro es una mezcla de estilos románico y gótico con preciosos capiteles historiados. En el interior otra magnífica obra; se trata del coro realizado entre los años 1525 y 1535, donde los canónigos se aislaban del incesante flujo de peregrinos. Un paseo por la villa medieval nos mostrará algunas mansiones de los siglos XV y XVI además de tres de las puertas de acceso. En la de Cabirol vale la pena fijarse en la piedra gravada que hay a la izquierda donde se fija el precio del pescado para evitar especulaciones durante la Cuaresma.

Una vez en el llano nos espera otra joya que no debemos pasar por alto. La basílica de Saint Just de Valcabrère datada también en los siglos XI-XII, tiene la particularidad que para su construcción se utilizaron piedras del próximo cementerio paleocristiano, por lo que resulta curioso ver losas trabajadas con cenefas y símbolos religiosos tanto en el interior como en el exterior del templo. 

Valles de ensueño

La N125 será la encargada de llevarnos en unos 45 km hasta Luchon, el gran centro termal de los Pirineos y una de las estaciones de esquí más reputadas. En verano, el teleférico que asciende a Superbagnères, que con un desnivel de 1.300 metros es el mayor de los Pirineos, se convierte en el transporte ideal para todos aquellos que quiueren realizar rutas de senderismo, en BTT o simplemente disfrutar del paisaje desde los 1.860 m en que se encuentra emplazada la estación.

La D618, por un recorrido corto pero con innumerables curvas, nos acercará a los 1.569 metros del puerto de Peyresourde. Desde aquí, el valle de Louron se nos presenta como una serpiente verde que acompaña el paso del río del mismo nombre. A nuestras espaldas las altas montañas que forman la línea fronteriza con el Alto Aragón, esconden las pistas de la estación de esquí de Peyragudes con toda una alternativa de prácticas deportivas para el verano. Quince pueblos esparcidos por todo el valle aportan la nota cálida al conjunto; son pequeñas poblaciones donde, en la mayoría de ellas destaca la iglesia de origen románico con algunas pinturas murales en interior y exterior. En la de Mont, un descarado demonio se encarga de asustar a los más pequeños cuando no se terminan la sopa. Abajo, cuando el valle se ensancha, Loudenvielle ejerce de capital turística. El río Louron se ha remansado formando un gran lago a las orillas del cual funcionan diversas alternativas de ocio familiar. Una buena opción es acercarse al molino de Saussas cerca de Loudenville, que actualmente, con el esfuerzo personal de Georgette, se ha convertido en un museo del mundo rural. Además los más pequeños pueden pescar truchas en el estanque y los mayores disfrutar con los estupendos quesos que elabora su propietaria y con los placeres de la mesa en el restaurante La Table de Saoussas.

La atalaya de los Pirineos

Dejando el valle de Louron, el pueblo de Arreau en el valle de Aure, es un buen lugar para dar un paseo junto al río antes de enfrentarnos al ascenso del Col d'Aspin, otro punto mítico en el recorrido del Tour. Desde sus 1.488 m ya divisamos su vecino, el Pic du Midi. Aún nos quedan unos 25 km hasta llegar a La Mongie, la localidad base desde donde sale el teleférico que nos permitirá acercarnos hasta los 2.877 metros del Pic du Midi. Su altura y el aislamiento respecto a otras montañas, confieren al Pic du Midi el papel de atalaya para observar el amplio panorama pirenaico. La aventura de convertir este pico en mirador indiscutible de cielo y tierra empezó hace 130 años, cuando unos esforzados investigadores se empeñaron en colocar los primeros instrumentos en la cumbre. Actualmente el Pic du Midi es un centro astrológico de primer orden. Además, podemos visitar la exposición donde aprenderemos aspectos desconocidos de nuestro Universo y la historia heroíca de la conquista de esta montaña. También hay restaurante, bar y solarium para hacer más placentera nuestra aventura galáctica.

Ya de nuevo con los pies en el asfalto, nuestra aventura ciclo-turista no sería completa sin el ascenso al Tourmalet. Los 2.115 metros de este puerto de montaña han marcado etapas míticas del Tour de Francia. Un monumento a Octave Lapize, el primer ciclista que lo coronó en 1910, es el merecido homenaje a los esforzados héroes de dos ruedas.

PLACERES DEL CUERPO Y EL PALADAR

Aguas termales

Los cuidados del cuerpo son una grata experiencia en los numerosos balnearios de esta región. Las altas montañas pirenaicas de los departamentos de Hautes-Pyrénées y Haute Garonne proporcionan, además de unos espléndidos paisajes para realizar las mil y una excursiones, unas fuentes termales que en la mayoría de los casos ya fueron aprovechadas por los romanos

El más antiguo de ellos es el de la localidad de Bagnères-de-Luchon que con unas aguas sulfurosas propone no solamente curas para las enfermedades de la piel sino también diversas propuestas para la relajación del cuerpo. Su vaporarium en una galería excavada en la roca, es único en Europa. En el valle de Louron, cerca del lago Génos-Loudenvielle, Balnéa es la apuesta moderna para conjugar termalismo y placer de cuerpo y mente. Sus instalaciones ofrecen diversos espacios de relajación mientras a través de las grandes cristaleras se disfruta del espacio exterior. En Bagnères-de-Bigorre, en el valle de Campan, Aquensis representa la unión de los dos conceptos, el glamour y la modernidad. Un edificio del siglo XVIII completamente renovado por dentro acoge las modernas instalaciones, una especie de "catedral de madera" con 3.500 m2 dedicados a los placeres del agua termal.

www.thermes-luchon.fr. www.luchon-bien-etre.fr www.balnea.fr www.aquensis.f

Los viñedos de Midi-Pyrénées

En la actualidad tres territorios de Midi-Pyrénées se benefician de la distinción Viñedos y Descubrimiento que se otorga a nivel nacional: el viñedo de Gaillac, el de Cahors, y el de Armagnac. De este último sale el aguardiente más antiguo de Francia.

Situado en el departamento de Tarn con una superficie de más de tres mil hectáreas el viñedo de Gaillac es el más antiguo de Francia y se remonta al siglo I a.C. La variedad de sus uvas da lugar a un abanico de vinos que abarcan desde los blancos, rosados o los tintos. El vino blanco de Gaillac obtuvo la denominación de origen en 1938 y La Casa de los Vinos de Gaillac situada en los antiguos muros de la Abadía Saint-Michel, es un escaparate de esta denominación de origen, donde se pueden degustar más de cien vinos de esta D.O.

Con una superficie de 3.500 hectáreas alrededor del valle del Lot, el viñedo de Cahors fue fundado por los romanos hacia el año 50 a.C. Los vinos de Cahors son de la variedad Malbec, de un color muy oscuro. Son vinos fuertes de gran complejidad aromática donde se mezclan aromas y sabores a frutas negras, violeta, regaliz, café o cuero. La Villa Cahors Malbec es un espacio de información y degustación todos los primeros jueves del mes se celebran encuentros que aúnan la gastronomía y la degustación de sus mejores vinos.

Cuando el queso es el rey

La tome es un queso que se elabora en los Pirineos centrales desde el siglo XII, donde en numerosas cuevas se transforma la leche ordeñada de la mañana para elaborar, siguiendo un proceso artesanal, este queso de leche de vaca pasteurizada .

Su corteza puede ser negra o dorada, su pasta blanda es de un color amarillo pálido y su sabor puede ser un poco acido o más fuerte. Cada valle, cada pueblo, cada granjero tiene sus rituales, su pequeño secreto y el tiempo de afinado, pero el producto que goza de un sello de protección (IGP) mantiene una calidad excepcional.