La Rioja

                                  Un viaje muy singular

Vino, aire, cultura y gastronomía, cuatro elementos que puedes conjugar en un singular viaje por La Rioja

La vela del globo aerostático empieza a tomar forma impulsada, primeros por el aire frío de primera hora de la mañana y luego, por la corriente caliente que proporcionan los tres quemadores y que la obligan a enderezarse. Todo está dispuesto para iniciar este viaje por encima de los viñedos riojanos. El globo se eleva por una simple ley física que hace que el aire caliente, encerrado en esta especie de balón, siempre tienda a elevarse en el contexto de un ambiente más frío. Es así como alcanzamos los 1.200 metros de altura y vemos como bajo la cesta de mimbre, se nos dibuja un paisaje de viñedos salpicado de pequeños pueblos y enmarcado por caminos de tierra.

A un lado los Montes Obarenses, al fondo la Sierra de la Demanda con el casquete nevado del pico de San Lorenzo; la cámara no deja de disparar para captar todas las texturas de un paisaje que, llegado el otoño, dará los mejores vinos. La tranquilidad y el silencio es total, sólo roto por la fuerza de la llama de los quemadores que no paran de insuflar aire caliente, para alcanzar la corriente de aire que nos llevará hasta el valle del río Cárdenas.

El Padre Merino, prior del monasterio, dando las explicaciones en el claustro bajo. A la derecha, reproducción del códice donde figuran las glosas a pie de página, origen de la lengua castellana escrita.

De tierra de anacoretas a Patrimonio de la Humanidad

En este valle nos esperan dos de las joyas más importantes, no sólo del patrimonio de La Rioja, sino de todo el territorio peninsular. Se trata de los monasterios de Suso y Yuso. El primero por ser donde san Millán siguió una vida de ermitaño y de contemplación en su búsqueda de lo divino y el segundo, por ser el lugar donde, a partir de unas glosas a pie de página de textos en latín, se escribieron las primeras palabras en lengua castellana y en euskera. Ambos cenobios están declarados Patrimonio de la Humanidad desde 1997.

El monasterio de Yuso está situado junto al pueblo de San Millán de la Cogolla. Su emplazamiento está ligado a la leyenda que nos cuenta como los bueyes que tiraban de la carreta con los restos de san Millan rumbo a Nájera, no quisieron andar más. Estamos hablando de los tiempos de rey Garcia, el de Nájera, aunque fue con Sancho X que se construyó el primer monasterio románico (ss. X-XI) del que apenas se conserva algún resto. El edificio actual es de los siglos XVI y XVIII y se articula en torno a dos claustros. Desde el claustro bajo se accede, entre otras dependencias, a la iglesia cuyo interior conserva un fenomenal retablo en el altar mayor y un no menos importante coro con una sillería de mediados del siglo XVII. Durante la visita no hay que perderse el escritorio donde se conservan los grandes cantorales que, expuestos en el facistol del coro, servían para que todos los monjes pudieran seguir los cantos. También resulta muy importante la sacristía, con unos frescos en el techo del siglo XVIII, la biblioteca que guarda algunos incunables y la sala de exposiciones con dos arquetas de marfil del siglo XI con escenas esculpidas, donde se guardan los restos de san Millán y de san Felices.

El monasterio está regentado actualmente por una comunidad de agustinos recoletos. La entrada se incluye el servicio de guías. Una de las dependencias se ha transformado en un cómodo hotel -la Hostería de San Millán- de cuatro estrellas.

Monasterio de Yuso con el pico de San Lorenzo al fondo
Monasterio de Yuso con el pico de San Lorenzo al fondo

El monasterio de Suso se encuentra a pocos kilómetros del de Yuso, pegado a la falta de la montaña. Aquí, en una cueva, vivió como anacoreta en el siglo VI durante más de cuarenta años, el que más tarde sería proclamado como san Millán. El edificio que podemos ver en la actualidad es una obra construida entre los siglos VI al XI que guarda al fondo la cueva donde permaneció san Millán, junto a otras cavidades convertidas en eremitorios y cementerio. El innegable valor arquitectónico hay que atribuirlo al primitivo cenobio visigótico, la ampliación mozárabe y la construcción románica. El interior, con esbeltos arcos de herradura mozárabes decorados con motivos vegetales y geométricos, son una verdadera delicia, así como la imagen yacente de san Millán en alabastro negro, un cenotafio de la segunda mitad del siglo XII. La entrada se produce a través de un pórtico tapizado de cantos rodados que forman bonitas figuras y con los sarcófagos atribuidos a reinas de Navarra y a los Siete Infantes de Lara.

Arcos mozárabes en el interior del monasterio de Suso
Arcos mozárabes en el interior del monasterio de Suso
Oratorio en el monasterio de Suso
Oratorio en el monasterio de Suso
Cenotafio con la figura yacente de san Millán esculpida en alabastro negro
Cenotafio con la figura yacente de san Millán esculpida en alabastro negro

Como curiosidad, hay que fijarse en los grabados de las paredes que fueron dejando antiguos peregrinos a lo largo del tiempo. Gallos, gallinas, estrellas de David y hasta una sirena con cara de la Virgen, entre ellos.

Monasterio de Suso, donde vivió como anacoreta san Millán
Monasterio de Suso, donde vivió como anacoreta san Millán

El vino también es cultura

Un eslogan que hizo furor hace unos años, bautizaba La Rioja "como una tierra con nombre de vino". Razones no le faltan para hacer posible esta frase ya que la D.O Rioja tiene adscritas más de 600 bodegas. El enoturismo es una realidad y de estas, casi un centenar ofrecen visitas guiadas, catas y múltiples actividades en torno al vino. Si entre todas las ciudades riojanas debemos escoger la que podríamos llamar "capital del vino", esta sería Haro. Simpática, culturalmente importante, en Haro hay que visitar el Barrio de la Estación, donde se agrupan algunas de las bodegas con más prestigio (López Heredia, CVNE, Muga, Gómez Cruzado, La Rioja Alta, Bodegas Bilbaínas y Roda). Fue en 1867, con la filoxera arrasando los viñedos franceses, cuando los viticultores vecinos acudieron a La Rioja en busca de vino. De la estación partían los trenes con vino hacia Burdeos y alrededor de ella se fueron creando bodegas que constituían verdaderos barrios. De esta relación surgió la idea de envejecer en barricas unos caldos riojanos que ganaron en aroma y sabor.

Sala de vinificación y crianzas de la bodega Compañía Vinícola del Norte de España (CVNE). Monumento dedicado al vino en el Barrio de la Estación, en Haro

Si nos queremos sumergir en la historia del vino, nada mejor que visitar el museo situado en las afueras de la atractiva localidad de Briones. Vivanco, además de bodega, a través de su fundación ha creado un museo que, repartido entre cinco plantas te introduce en un mundo apasionante. Prensas, herramientas, envases, historia del vino desde la antigüedad, arte y más de 3.200 sacacorchos, entre muchos otros aspectos, reposan en un moderno edificio concebido por el arquitecto Jesús Marino Pascual, rodeado por el Jardín de Baco con más de 200 cepas de uvas procedentes de todo el mundo.

El paraíso del pincho

Logroño, la capital de La Rioja, es una ciudad con un cuidado casco antiguo que, por sus dimensiones, se puede patear sin problemas. El Ebro le da el glamour de las grandes capitales y la calle del Laurel y adyacentes, el sabor. Un reducido espacio donde se juntan 71 establecimientos de restauración, cada uno con su especialidad. Champiñón, cojonudo, matrimonio, roto de gulas, Ferrero Rocher de morcilla, solomillo al foie, huevo de codorniz con chorizo, piruleta de solomillo ibérico, milhojas de calabacín... y la imaginación al poder¡. La Asociación La Laurel ha creado una guía con todos los establecimientos y sus especialidades y una tarjeta que por 3,80 € te da derecho a pincho más bebida.

Y si queremos disfrutar de una bodega centenaria sin salir de la ciudad, sólo tenemos que cruzar el Puente de Piedra sobre el Ebro y, al otro lado, podemos visitar Bodegas Franco-Españolas. Su historia se remonta a 1890, fecha de su fundación por Anglade Saurat, originario de Burdeos. Actualmente, es la tercera generación de la familia Eguizábal la que dirige la bodega que, además de las prestigiosas marcas Bordón y Diamante, se distingue por la oferta de visitas teatralizadas, música y vino, cine de verano, etc (www.francoespanolas.com)

Bodegas Franco Españolas en Logroño, han cumplido el 125 aniversario. Interesante su visita con un amplio abanico de actividades y vinos de gran calidad.

                                                         Guía práctica

Volar en globo. Arco Iris, liderada por Óscar Ayala, piloto con más de veinte años de experiencia, ofrece viajes en globo aerostático para grupos e individuales. Sobrevuela diversos lugares de La Rioja en función del tiempo. Brindis con cava en las alturas y al aterrizaje, opíparo desayuno riojano. www.globosarcoiris.com

Monasterios de Yuso y Suso. Las visitas a ambos monasterios son guiadas y se gestionan de forma independiente. El acceso al monasterio de Yuso se realiza por una estrecha carretera, en pequeños autocares que parten de Yuso. www.monasteriodesanmillan.com

Barrio de la Estación. En Haro, llegado el mes de junio, el Barrio de la Estación se viste de fiesta con un maridaje entre los mejores vinos y la cocina riojana. www.lacatadelbarriodelaestacion.com/barrio-de-la-estacion/

Museo del Vino. Para visitar el museo del vino de la Fundación Vivanco hay que contar un par de horas, aunque la ventaja es que la entrada vale para todo el día. www.vivancoculturadevino.es

Más información. www.lariojaturismo.com

En el siguiente enlace podemos ver una ruta por la Rioja https://www.motor-y-turismo.es/la-rioja/

Texto e imágenes: Jordi Bastart